lunes, 16 de febrero de 2015

Daredevil vs Castigador.

La historia que quiero reseñar hoy es una de mis preferidas de siempre. Enfrenta a dos de mis personajes favoritos cuando era un chaval, aunque siempre he sido más de Daredevil que del psicópata del Castigador. Para hacer ésta reseña volví a rebuscar por las estanterías hasta dar con esos tebeos y he descubierto una historia con mucho más poso del que recordaba.

Antecedentes:

Frank Castle/Castigador: ex teniente de los marines del ejército. El tipo éste estaba de domingueo en Central Park con su mujer y sus dos hijos. Por desgracia, se metieron enmedio de un ajuste de cuentas entre mafiosos. Castle fue el único que sobrevivió al mogambo que se lió.
Desde ese día Frank Castle perdió contacto con su humanidad y se embarcó en una cruzada personal sazonada de sangre y vísceras.
Para el Castigador no hay segundas oportunidades. Si eres culpable estás muerto. 

Por otra parte Matthew Murdock/Daredevil, es hijo de un boxeador de tercera. Fue el hijo perfecto, nunca se metió en problemas, rehuía cualquier confrontación física y estudiaba como un condenado. Hasta que un día el joven Matt realizó su primer acto de heroísmo al salvar a un invidente de morir atropellado por un camión cargado de residuos tóxicos. La vida es muy puta y Matt acabó cegado por esos productos al volcar la carga del camión.

Pronto el chaval se dió cuenta de que sus otros sentidos habían aumentado hasta límites inimaginables. Aunque quedó cegado para siempre, gracias a un tipo misterioso llamado Stick, miembro de un clan ninja llamado la Casta (jajaja), aprendió a controlar sus aumentados sentidos para volver a "ver".

El asesinato de su padre por no aceptar un tongo en el ring condicionó para siempre el resto de su vida y tras vengarse de los asesinos de su padre le pilló el gustillo a eso de repartir justicia a bastonazos.
Creció y se convirtió en un reputado abogado y, en secreto bajo su identidad de Daredevil, en el protector del barrio llamado La cocina del infierno.

Aunque en el fondo ambos comparten eso de tomarse la justicia por su mano, Murdock es mucho más comedido. Respetado y admirado en su barrio defiende a su comunidad desde los juzgados y desde las calles. La policía le conoce, sabe de que palo va y hacen la vista gorda con sus actividades nocturnas. La ironía de Daredevil es que a  pesar de ser abogado y actuar dentro del sistema, el tío se pasa por el forro de los huevos las leyes cuando se pone su traje rojo y sale de salseo por ahí.
Como véis el hombre es todo un figura y su fina hipocresía salta a la vista.

Por otra parte el Castigador no cree en el sistema. Entre la comunidad neoyorkina es tachado de extremo y violento, con toda la razón del mundo añadiría yo. Su única justicia es la que le proporcionan sus armas y él es a la vez el juez, el jurado y el verdugo. A fín de cuentas, es más consecuente de su situación que Daredevil. Sabe que está al margen de la ley y no siente remordimientos por sus actos, es más, suele verse a sí mismo como un depredador de predadores, el "hombre del muro" necesario en la sociedad. Su escala de valores la tiene muy clara: o blanco o negro. Las escalas de grises, los derechos de los criminales y esas cosas no existen para él.
A grandes rasgos el Castigador es un hijo de perra heredero de la guerra fría, la era Reagan y las pelis de Charles Bronson. En definitiva, el hijo legítimo de una sociedad violenta.

Ambos representan las dos caras de una moneda y están seguros de que su visión del mundo es la correcta.



Sinopsis:
Una serie de muertes están causando el terror en New York. La policía se encuentra en un callejón sin salida y la única pista es que esas muertes están provocadas por un veneno que alguien ha administrado en un medicamento llamado Zumatrín.
La preocupación por el caso atrae la atención de
Daredevil y el Castigador que comienzan a investigar el caso cada uno por su cuenta. 

Mientras Daredevil se hace valer de sus hipersentidos y llegar finalmente a la farmacéutica Zum, el Castigador indaga hasta dar con el envenenador. 



Un tal Alfred Coppersmith es el responsable y en menos de lo que Rajoy tarda en coger un sobre recibe la visita de el Castigador. 


El tipo trata de razonar con Castle, pero a nuestro colega de la calavera le importa una mierda lo que tenga que decir.

Cuando está a punto de cumplir su propia justicia, Daredevil aparece y conmina a Castle a que entregue a Coppersmith a la policía para que sea juzgado.

Frank Castle intenta convencer a Daredevil de que se equivoca. Ha muerto gente envenenada y el asesino estará una temporada en la carcel a cargo del contribuyente y luego saldrá para volver a matar.


Daredevil admite los fallos del sistema judicial, pero no comparte esa visión. Si lo ejecutaran serían peores que él y si todos actuaran como el Castigador, el mundo sería mucho peor de lo que ya es.

Las dos posturas irreconciliables se ven abocadas a enfrentarse la una con la otra. En resumidas cuentas: se enzarzan en una pelea a hostia limpia.

El estilo de lucha callejero y sucio de el Castigador poco puede hacer contra la disciplina de combate de Daredevil (no en vano, Matt ha sido entrenado desde joven por un clan ninja) y la balanza termina por decantarse del lado de Murdock.

Antes de irse y dejar a Daredevil salirse con la suya Castle le advierte que cuando el sistema judicial falle y deje libre al asesino, él estará esperándolo para aplicar la justicia que merece.
El episodio termina con el asesino entregado a las autoridades por Daredevil, y Matt, en su rol de abogado, prometiéndole un juicio justo.




Curiosidades:
 
Los tebeos en cuestión fueron publicados en The Punisher vol 2º #10 publicado en España en El Castigador vol. 1º #12) y Daredevil vol 1º #257 (Daredevil vol 2º # 8 en la edición española).

Lo curioso del asunto es que ambos tebeos contaban la misma historia desde las perspectivas de ambos protagonistas. 
El episodio de el Castigador, guionizado por Mike Baron y titulado El cerdo, se centra en Frank y sus pesquisas para dar con el asesino y en el enfrentamiento entre los dos justicieros. Destaca la visión simplista de su protagonista y los cuadros de apoyo narrativo que nos mete un poco en la mente de Frank. El título del capítulo no deja demasiado claro a quién hace referencia. Si a Frank Castle o a Alfred Coppersmith (Frank se refiere al envenenador con ese insulto, pero una vecina furiosa por los actos del Castigador le recrimina a Frank llamándole cerdo a él)

Hay un diálogo que sintetiza muy bien a Castle:  El castigador acorrala al asesino en un tejado y éste ante la imposibilidad de escapar, prueba a razonar con él. Apela a sus derechos civiles y el Castigador le contesta con un severo "Sí, tienes derechos, Coppersmith. ¡El derecho de reventar cuando te estrelles contra el cemento! El derecho a sangrar como un cerdo".

Si, Portaccio siempre ha sido un matao dibujando.
El dibujo es lo que más falla del número. Whilce Portaccio va de espectacular y tal, incluso hay ciertos momentos que su dibujo tiene mucha fuerza. Pero los errores de proporciones, lo estático de su trazo y su narrativa confusa le resta puntos al final. Al menos está por ahí el bueno de Scott Williams entintando y eso se nota.


En cambio, el de Daredevil titulado El fanfarrón y guionizado por la gran Ann Nocenti  tiene mucha más chicha y ahonda más en las razones del asesino.

Coppersmith, al ser despedido de la farmacéutica Zum por su desconocimiento de las nuevas tecnologías en la compañía, se encuentra de repente en una situación jodida y decide boicotear a la empresa envenenando con cianuro el producto estrella de ésta, el Zumatrín.  
Nocenti subraya durante el episodio a la competividad y a la modernización industrial como detonantes de la desesperación de Alfred Coppersmith.

Igual que ocurría en el episodio del Castigador, en éste no queda claro quién es el más fanfarrón si Daredevil o el Castigador.

La amiga Nocenti se caracterizó por las críticas sociales durante su etapa, temas como la contaminación ambiental, el tráfico de drogas, las bandas callejeras, la trata de blancas, el maltrato animal, la creciente paranoia a una guerra nuclear o la ética judicial convierten ésta etapa del hombre sin miedo en una de mis favoritas.

Por otro lado, el dibujo del magnífico John Romita jr hacen del número un entretenimiento de primer nivel.
A destacar el enfrentamiento en la azotea con una narrativa visual heredera directa de la etapa de Frank Miller en la serie y escrita desde el punto de vista de Coppersmith que presencia la lucha entre ambos justicieros como espectador de lujo.



En fín, no tengo más ganas de enrollarme, así que aquí lo dejo por hoy.
Saludos.

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