domingo, 2 de junio de 2013

The wire, bajo escucha.

Hay veces en que creo que la televisión es el último bastión que evita que la gente salga a la calle  organizada, empiece a quemar coches y a romper cabezotas de golfos.
"Ten a un pueblo distraído y tendrás a un pueblo sumiso y doblegado".
Esa máxima creo que podría ser un buen epitafio para todos nosotros el día que pasemos al otro lado.
Pues bien, retomando la idea de que la televisión nos aturde para mal, hay ocasiones en que lo hace de manera positiva, a pesar de que lo que aprendamos en el proceso no sea demasiado alentador que digamos.
Hace unos años, sería por el 2008/09 o así, y gracias a la recomendación de algún blog que leí por ahí, empecé a disfrutar de una de esas cosas que la televisión ha creado para enseñarnos lo que se esconde a la vista de todos y termina por abofetearnos la cara. The Wire.


Emitida en Españistán por el Digital + (imposible ver ésto en otra parte) y producida por una de esas televisiones por cable que tienen los yankirosos, la HBO.

Los principales guionistas, David Simon y Ed Burns fueron periodista y policía respectivamente en Baltimore, con lo que todo tiene una base dolorosamente cierta. Además, saben que quieren retratar y cómo hacerlo. Incluso muchos de los actores secundarios de la serie que interpretan a traficantes de droga eran pandilleros metidos a actores amateur.

La acción transcurre en Baltimore, una ciudad estadounidense no demasiado conocida y que tiene uno de los más altos índices de criminalidad y pobreza de la costa Este.
El paralelismo de un guijarro que se desprende y provoca un derrumbe, cobra su máxima expresión desde el primer capítulo de la serie.
Ese guijarro, de nombre Jimmy McNulty es un auténtico tocapelotas, mujeriego, borracho y bocazas, pero es un auténtico policía. Sabe hacer su trabajo y tiene un instinto policial fuera de toda duda, incluso su jefe, el Comandante Rawls, que le odia y detesta con toda su alma, tiene que admitir que McNulty es un fuera de serie.
Debido a la bocachancla de McNulty, el alcalde de la ciudad aprieta al comisario de policía para que se afane a dar caza a un tal Barksdale, un traficante de drogas que actúa impunemente por todo Baltimore.

Avon Barksdale (basado en un personaje real) y su lugarteniente Rusell "Stringer" Bell (una ovación para el gran Idris Elba) controlan con puño de hierro el mercado de la droga en las "mejores" esquinas de la ciudad.
Quién se atreva a toser encima de los intereses de Avon, acaba tirado en la calle con un par de tiros en el cuerpo a la vista de todos como mensaje de advertencia.

El departamento de policía pone al cargo del marrón (así lo consideran ellos) a un estirado teniente llamado Cedric Daniels, quién tiene sus sentidos en ascender en el escalafón policial y no le conviene dar la nota.
Para la tarea le asignan a lo más prescindible de varios departamentos. Después de todo sólo esperan aparentar deteniendo a algunos traficantes y así calmar al alcalde de la ciudad.
Daniels y su nueva unidad despliegan un dispositivo de escucha que les permita reunir pruebas del tráfico de drogas con la esperanza de llegar hasta la cúspide coronada por el esquivo Avon Barksdale.

Con ésta premisa la historia de The Wire comienza a rodar poco a poco. No es una serie de polis "guays", ni de las que enganchan a la primera. Es una serie de esas en las que una breve línea de diálogo que no se preste la adecuada atención puede hacerte perder el hilo de la trama.

Cada una de las cinco temporadas disecciona hábilmente un aspecto de la vida de la ciudad, ahondando en las raíces en común que comparten el poder político, el mundo de la droga, los negocios inmobiliarios, el poder de la prensa escrita, la actividad portuaria de Baltimore o la educación pública. Absolutamente todos los actos mostrados aquí saca a la luz las vergüenzas de una sociedad que se cree el súmum de la civilización.
Y todas las historias de las planteadas en la serie terminan por converger en una especie de, como rezaba una frase que decía Cáprica 6 de Battlestar Galáctica, "ésto ha pasado antes y volverá a pasar".



De lo más destacable es el plantel protagonista de la serie. Quizá Jimmy McNulty sea el más importante, por eso de poner en marcha todos los acontecimientos, pero poco a poco vamos descubriendo otros personajes muy importantes para la serie.
El detective Bunk; que es el compañero de trabajo y borracheras de McNulty, el teniente Cedric Daniels; que interpreta al serio jefe del grupo de escucha, Bubbles; el confidente yonki que ayuda a la policía, Avon Barksdale; el reyezuelo de los bajos fondos de Baltimore, Stringer Bell; la mano derecha de Avon que se ve a sí mismo como un hombre de negocios, Omar Little; un grano en el culo para Barksdale con un código de conducta muy peculiar, Tommy Carcetti; concejal del ayuntamiento bastante pagado de sí mismo ó Lester Freamon; "un gato casero" aficionado a fabricar muebles para casas de muñecas.

Lo mejor:
-Los actores. De verdad uno se cree estar viendo a macarras callejeros, a perdedores, yonkis, policías y políticos corruptos.
-El guión, es el punto fuerte y sin él, The Wire no sería sino otra serie de policías más.
-El Way down in the hole de Tom Waits es el tema de inicio en cada capítulo. En cada temporada la versión de la canción es interpretada por diferentes grupos: Blind Boys of Alabama, The Neville Brothers, Tom waits, Domaje...
-Un sin fín de momentos antológicos como el arco argumental de Jamsterdam, la treta de McNulty y Freamon en la quinta temporada, Stringer Bell en la Universidad, el hermano Mouzon y sus pintas de pringao de la vida, McNulty y Bunk y su escena dónde "fuck" es la palabra clave en todo el diálogo, Omar en batín de estar por casa yendo a la tienda a por cereales, McNulty montando muebles del Ikea borrachuzo perdido, D'angelo enseñando a jugar al ajedrez a dos traficas o a Omar testificando en un juicio dando una lección a Levy, el abogado de Avon Barksdale (aquí abajo pongo el momento).


Lo peor:
-El doblaje en castellano hace perder la esencia de la serie al menos a la mitad, aunque no está nada mal, todo sea dicho. Pero no hay nada como escuchar la jerga callejera de los negruchos de la torres Terrance.
-Que solamente sean cincuenta capítulos.
- Quizá la segunda temporada con la trama de los estibadores del puerto, el sindicato y el Griego sea lo más aburrido de la serie, pero sólo por el cambio de escenario que supuso en su momento.

Hala, pues hasta aquí he llegado por hoy. Un saludo.


















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