viernes, 7 de junio de 2013

Una pequeña anécdota.

The Ground Zero.
Hoy quiero compartir una pequeña historieta ocurrida hace un par de semanas.Creo que es de esas anécdotas que describe bastante bien la situación de éste puñetero país y el nivel educacional de nosotros como sociedad.

Yo y un compañero de trabajo estábamos pasando la mañana con nuestras cosillas cotidianas cuando de improviso escuchamos un frenazo en la calle.
No suele ser algo extraño ya que en esa calle a los conductores les gusta picarle al acelerador y cuando algún peatón tiene la osadía de usar el paso de cebra suelen oírse esas tiernas frenadas por que a la gente se la pela mucho eso de parar diez segundos para dejar pasar a alguien, a menos que se trate de una peatona con buen culo, buenas piernacas y grandes tetas (o todo junto a la vez) y el conductor sea un hombre heterosexual, claro.

En fín, a lo que iba... la diferencia esa vez es que le siguió un ruido de choque contundente.
Como buenos cotillas salimos a la calle justo para ver un Ford Fiesta dorado del 93/94 con el morro chafado acelerando con sonido chatarrero.
Al pasar frente a nosotros tuvimos tiempo hasta de ver la cara de terror de la muchacha que estaba en el asiento del copiloto.
Al ser buenos ciudadanos anotamos la matrícula porsiaca (A-6424-BD) y nos dirigimos calle abajo para averigüar que había pasado.

Cuando llegamos al cruce anterior, las señales del golpe eran más que obvias en la calzada. Cristales, plásticos de retrovisores y de parachoques, etc...

Por supuesto el evento fue lo más excitante esa semana para los vecinos, y unas quince personas se agolpaban en las inmediaciones para cotillear bien y el murmullo borreguíl iba en crecendo.
Parece ser que alguien se saltó un ceda el paso. El coche que subía por la calle no pudo evitar la colisión y los dos se zumbaron sin remedio.
El accidente fue lo suficientemente aparatoso para hacerse polvo la carrocería de ambos y lo suficientemente leve como para no resultar heridos los implicados.

El caso es que cuando llegamos allí con el número de matrícula del Fordi en plan salvadores del mundo, el otro coche, un Peugeut 505 verde vómito, arrancó chirriando ruedas en plan A todo gas 6 y desapareció como un gin tónic en el Congreso.

Allí nos quedamos las quince personas o así que habíamos con caras de tontos por el accidente fantasma.

¡Dos coches tienen un accidente, y los dos se dan a la fuga!
Joder, mira que he visto cosas curiosas, como un coche empotrarse en plan Matrix contra una cabina telefónica a las tantas de la madrugada y largarse como si nada (eso fué por el año 97/98 en la calle Ángel de Elche), pero dos coches a plena luz del día besándose los morros y darse a la fuga rollo "maricón el último" me faltaba por ver.
No podía imaginar una analogía mejor de la situación del país.

Dos tíos conducen seguramente indocumentados, y al verse el marronaco huyen como ratas que abandonan una alcantarilla que se inunda.
Aquí nadie tiene los cojones donde deberían tenerlos. Pero eso sí: exigimos a los de arriba que actúen con decencia cuando los de abajo también somos unos mierdas de cuidado.

De verdad que ese día no podíamos parar de reir por el absurdo de la situación. Pero pensado fríamente como hago ahora dan ganas de colgar por los intestinos a tantos gilipollas como hay pululando por las calles.

¿Y si hubieran golpeado a los coches estacionados a los lados? o peor, ¿Y si se hubieran llevado por delante a alguien?

Seguro que los huídos esos son los que luego critican a los Farruquitos, Carromeros y Ortegas Canos de turno mientras sueltan espumarajos por la boca, creyéndose superiores a ese trío de hijos de puta.

Lo que es seguro es que algún chapista tuvo una gran erección ese día.

Hala, necesitaba soltarlo.
Nos vemos.


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