jueves, 10 de enero de 2019

Prince. Dirty mind (1980).


Grabado entre mayo y junio de 1980 en el estudio casero que Prince se montó en su casa de Minneapolis y mezclado finalmente en los estudios Hollywood sound en Los Ángeles para acabar publicado en octubre del mismo año.

En esta ocasión Prince deja de lado el soul y las raíces negras de sus dos discos anteriores y se inventa un híbrido entre rock y funk, denominado después como "Minneapolis sound" (algo similar al rock pero rellenando muchos huecos sonoros con sintetizadores).
Como ya es habitual el disco está producido, interpretado, compuesto y tocado por Prince aunque esta vez cuenta con las colaboraciones de Matt "Doctor" Fink a los sintetizadores en "Dirty mind" y "Head"; a Lisa Coleman en el teclado y a la segunda voz en "Head", y su amigo Morris Day que crea la base rítmica de "Partyup". Además, esta vez Prince bajo el seudónimo de Jamie Starr ejerce de ingeniero de sonido; seudónimo que usará en esa época para escribir e interpretar canciones para sus grupos paralelos (The Time y Vanity 6).

"Dirty mind" (mente sucia) con sus ocho canciones apenas supera los escasos 30 minutos. Tiene un sonido muy básico (casi como una maqueta) y casi todas las canciones tienen un fuerte componente sexual. Estas canciones sobre tríos, incestos o mamadas fueron el blanco de la censura de la América mojigata relegando el disco a unas ventas discretas y a una repercusión que adquirió bien pasada su publicación.
Para mi gusto este disco es todo un soplo de aire fresco y el primero en el que Prince da un giro a su música incorporando elementos de otros estilos musicales (en este caso el rock) para evolucionar musicalmente.

Lo mejor: La portada es toda una declaración de intenciones: calzoncillos, medias hasta los muslos y gabardina roída; con esa actitud desafiante en la que parece que está diciendo: "Te molesta que lleve estas pintas, eh? Pues te jodes".
La canción "Head" y el solo de sintetizador del Dr. Fink que me parece brutal.
El sonido "sucio" y poco cuidado.

Lo peor: su duración.

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